Entre minutos y horas (III)

El trayecto fue de lo más silencioso, no salió palabra de sus labios, pero si se sentía sus repiraciones aceleradas. El trayecto duró poco más de media hora, de vez en cuando miraba a que velocidad iban, tenía tanta prisa por llegar como ella, entraron en una bonita urbanización en la sierra, toda ella rodeada por sus montañas, se fueron adentrando hasta llegar a una casa, paró el coche y se bajó abrir la puerta, recorrimos la entrada hasta llegar a una casita con jardín, bajamos del coche, sacó mi maleta y unas cosas que llevaba, subimos los cuatro peldaños que separaban el porche de la entrada, metió la llave y entramos dentro.

Andrea no recordaba en qué instante aquel hombre había dejado las cosas cuando se vio rodeada por sus brazos desde atrás y sus manos enormes acariciaban con fuerza sus montículos tratando de zafarse de su fina blusa. Trató girar la cabeza mientras sentía como su boca recorría su cuello, Andrea quería sellar sus labios y buscaba su boca, agarrándola fuerte la llevó al salón, cogió un cojín y la ordenó arrodillarse sobre él, Andrea no titubeó un segundo en obedecer su orden, ya acomodada, Ángel se situó frente ella y la ordenó que le desabrochara el vaquero, el seguía allí con las piernas entreabiertas ordenándola que le bajara el pantalón y el bóxer, ella obediente siguió sus órdenes, lo tenía tan cerca, que podía ver su miembro erecto ofreciéndose a ser comulgado. Sus ojos se cerraron al mundo entero al contacto con sus manos en que él la agarró de su barbilla alzando su mirada mientras le decía: ¿quién es tu señor?

De sus labios salió un tú, 

¿quién es tu hombre? tú, 

¿quién es tu dueño? tú, 

¿quién es tu amo? Tú

to be continue